La planificación urbana a nivel macro en Chile ha seguido muy de cerca el modelo norteamericano de “Suburbio Disperso”, que básicamente se trata de trasladar los conjuntos habitacionales fuera de la cuidad a sectores de baja densidad, habilitándole a cada propiedad un jardín como elemento fundamental de diseño. Este sistema ha traído diversas consecuencias entre las que se puede mencionar: el aumento considerable del uso del automóvil, lo que ha provocado preocupantes índices de contaminación y congestiones en las principales arterias de la cuidad; altos costos debidos a la extensión de instalaciones de servicios básicos, pagados por igual por todos los chilenos; y alarmantes índices de segregación y desintegración social.
El Gran Concepción sufre al igual que otras grandes urbes en el mundo de estos fenómenos sociales-urbanos, que se reflejan en magnas desigualdades económicas que crecen día a día. Es aquí donde podemos encontrar barrios aislados muy homogéneos en cuanto a clases sociales respecta, caracterizados por una baja movilidad social, afectando de forma negativa principalmente a conjuntos de vivienda social y campamentos más segregados, viéndose además perjudicados en la obtención de servicios básicos, educación de calidad y estigmatización; siendo algunos de los principales factores que explican la falta de oportunidades de trabajo, negativa percepción del barrio, delincuencia, drogadicción, narcotráfico, entre otras; creando círculos de pobreza casi interminables.
Desde instituciones de gobierno (MINVU) y municipalidades se han gestado periódicamente una serie de programas de mejoramiento de barrios, sin embargo parecen insuficientes ante una problemática radicalizada y donde se deberán conjugar y unir muchas voluntades.
Es por esta razón, que el Centro de Investigación Social (CIS) de
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